sábado, 26 de julio de 2008

Me estoy secando después de un largo baño, la textura del papel tisú es perfecta para mi, no debo olvidar aplicarme el humectante, no quiero que se me vuelva a resecar la piel, me desagrada tanto ver como cada pedazo de mi va abandonandome sin piedad ni contemplación. No entiendo por qué tengo que ponerme maquillaje. Odio verme pintada. Los tonos rojos encendidos me hace ver como una cualquiera, los colores tierras me opacan y lo rosados me hacen sentir una colegiala sin experiencia. Mi compañera de faena ,en cambio, tiene mas suerte que yo, ella nunca se pone lo que no quiere, -“me froto con una fresca crema de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba”-, me ha contado y he sentido en el tono de sus palabras una cierta sorna, -“con unas cerdas suaves”-, agregó, como si acaso yo se lo hubiera preguntado. Es mi compañera y debo quererla, lo sé, pero no puedo y eso hace que me sienta culpable. Culpable Yo, a pesar que es ella la que se porta mal, la que se roba a mis amantes, aquellos que con tanto esfuerzo logro conseguir y para los cuales me pinto aunque no quiero. No sé como lo hace, he intentado descubrirlo pero no he podido, me siento tan mal cuando justo en el momento en que me junto a ellos, ella se acerca sigilosamente y con un movimiento gatuno se los lleva para sí. Con su humedad pegajosa los atrae, los explora, los envuelve y cuando se sacia los tira sin piedad.
(Labios en pugna con la Lengua)

1 comentario:

Ana dijo...

Sabes siemore me he tentado en pintarme los labios de rojo ¡¡¡ pero cuando lo hago rapidamente los limpio ... me gustan verlos .. pero en mi me dan como decirlo impresion nose ... Muy bueno el relato y muy sensula la foto